Comentario
Japón había decidido ocupar la Birmania británica para proteger su retaguardia en China, mantener expedita la llamada ruta de Birmania o de China -la carretera que unía la India británica con el sur de China-, y apoderarse del petróleo y arroz birmanos. Si esto tenía lógica, la ocupación iba a aumentar la dispersión de las fuerzas japonesas y la extensión de sus líneas de suministros. Asimismo, podía tener consecuencias imprevistas, debido a la probable reacción aliada, en un área próxima a la joya de la Corona británica, India. Por otro lado, los japoneses esperaban que birmanos e indios se levantasen contra sus dominadores coloniales.
La campaña de Birmania había sido preparada por Tokio durante años y los contactos con los nacionalistas locales o los hindúes eran anteriores a la guerra: agentes japoneses habían llegado ya a este país, entre ellos el dinámico general Suzuki, organizador de la colaboración política y militar con Birmania.
Birmania dependía militarmente de la India. Los británicos nunca pensaron que pudiera ser atacada, y para ellos mismos era una zona estratégica secundaria. Su geografía, además, solía considerarse una garantía contra veleidades de este tipo: el suelo era muy montañoso, con grandes ríos que eran casi las únicas vías de comunicación en este país sin carreteras ni ferrocarriles. Los obstáculos naturales serían, según el dogma militar británico, suficientes para desanimar a un enemigo, y los tanques, otro dogma, no podrían cruzar los bosques tropicales. Muy malas eran también las comunicaciones entre Birmania y la India, de las que sus dominadores apenas se habían ocupado, y si esto era un inconveniente para un invasor, lo era también para quien quisiese defender Birmania, dificultando aún más los ya difíciles movimientos de tropas en un país quebrado y boscoso.
Las fuerzas británicas (metropolitanos -pocos-, indios, gurkhas, etc.) tenían escaso entrenamiento, escaso armamento, su moral era sólo mediana, no disponían de suficientes vehículos ni carros de combate, y mucho menos, de aviación. Estaba prevista la ayuda del Ejército regular chino -del Gobierno de Chiang Kai-chek-, en la frontera del norte.
Los británicos se quejaban, ingenuamente, de que los birmanos no los querían y les ponían trabas; no podrán ni siquiera imaginar la amplitud que va a tomar la adhesión birmana a los liberadores japoneses. En zonas periféricas de Birmania, pobladas por etnias no birmanas y tradicionalmente hostiles al predominio político birmano, como los chin (oeste), karen (centro-este), kachin (norte), shan (norte), etc., los británicos, con la ayuda de antropólogos, habían formado unidades irregulares con miembros de estas etnias, muy probritánicas, que resultarán muy eficaces.
En el norte, finalmente, pagados por los chinos en una primera etapa, operarían pilotos y soldados estadounidenses, como veremos.